CÁTEDRA EN LA CALLE Nº 2

Feliz cumpleaños Puerto Ayacucho

Había pasado el tiempo y nadie vivía en esta región, pero un día llegaron los hombres en sus rústicos transportes (curiaras, bongos, falcas) expresión de su cultura primitiva y de su incipiente tecnología. Se avecindaron en las márgenes del río Padre (Orinoco). Comienzan sus pobladores con sus pequeños impulsos o mejor dicho, van dosificando su poblamiento con mucha sencillez y limitaciones. La ingenuidad también mueve los actos de aquellos hombres olímpicamente optimistas. Claro, estos iniciadores estaban poseídos de una gran estimación de sí mismos; esto los hace inapelables y únicos. La verdad que esta tarea de construir un poblado fue más preciosa, ellos fueron hombres nacidos para la lucha y la constancia.

Esta humilde referencia poblacional se va transformando paulatinamente con el trabajo afanoso y cotidiano de sencillos pescadores. Ellos bautizaron el lugar con el nombre de PERICO y así ha permanecido en el tiempo.

Nuestra ciudad tiene la grandeza de las coas pequeñas, es noble e inmensa como el porvenir. Nació con amor y ha sabido cultivar la esperanza. Quiere ser útil y hermosa. Todos sabemos que mañana, al correr del tiempo, sabrá empinarse con orgullo arquitectónico y de urbe. Yo quisiera tener el don de la predestinación para avizorar las circunstancias y ver a la Ciudad, como la aspiramos todos, bella, sencilla, radiante y acogedora.

Concluyo expresando nuestro agradecimiento al ingeniero Santiago Aguerrevere, un venezolano de extraordinarias cualidades, tanto profesionales como morales, el cual cumpliendo con un mandato de la administración central, le dio alumbramiento, alma y figura, al humilde poblado que llevaría por nombre PUERTO AYACUCHO en honor a aquella gesta libertadora, conocida como la batalla de Ayacucho, hecho que inmortalizó a “la cabeza mejor organizada de Colombia”, el Mariscal Antonio José de Sucre.

¡Honor a tanto heroísmo!

¡Bendita flor, Bendita tierra!

Diciembre de 2015.

*Profesor Universitario