EL GENERAL PÉREZ SOTO

El general Vincencio Antonio Pérez Soto (Barquisimeto 24-7-1883-Caracas 8-11-1955) tuvo una vida azarosa desde el comienzo, aunque su vejez y muerte fueron plácidas, en su cama; un hombre como él, que vivió varias guerras y guerritas desde comienzos del siglo XX, era previsible que muriera de un balazo o de un machetazo, habida cuenta de que se hallaba desde soldado raso en la primera línea de los combates. El destino le deparó otra suerte.
La guerra y las mujeres fueron dos de los leit-motiv de su existencia. Lo demostró en numerosos combates librados. En lo amatorio, tres divorcios y numerosas mujeres con hijos suyos, algunos de los cuales recibieron su apellido, evidencian el aserto.
Tuvo una formación intelectual debida a su maestro don Egidio Montesinos, una de las figuras resaltantes de la educación larense en todos los tiempos. Trató de hacer poesía, sonetos y uno que otro verso libre, pero no son creaciones aceptables para los entendidos en la materia. En el tiempo en que su pueblo de adopción, la Ciudad Madre de El Tocuyo celebró sus cuatrocientos años, concibió un libro con anécdotas viejas y contemporáneas de los personajes y sucesos de la minúscula urbe que fue, algunas muy regocijadas. Se llamó Anecdotario Tocuyano. La obra lírica quedó dispersa en periódicos interioranos donde firmó con su nombre o con seudónimos, especialmente en Letras de San Fernando de Apure y en El Bolivarense y El Luchador de Ciudad Bolívar. Sus discursos, llamados Alocuciones en los estados que gobernó, eran un tanto farragosos, mezcla de política, historia universal, citas del Libertador y por supuesto loas a granel al general Gómez y a la “portentosa obra de la paz”. Donde había un grupo de intelectuales, allí estaba él, como ocurrió en Apure, en Bolívar y en el Zulia fundamentalmente, sustraído el tiempo a las tareas del gobierno civil, la administración pública y el orden público en su respectiva jurisdicción o en combinaciones con el ejército gomecista y presidentes de estado, en la persecución de los intransigentes y tenaces luchadores contra el gobierno que defendía a todo trance.
Su adhesión fue incondicional al régimen dictatorial del general en jefe Juan Vicente Gómez. Veía por sus ojos. “Con usted pago y cobro”, le aseguró más de una vez en sus cartas e informes regulares sobre el curso de su administración en cinco entidades federales: Portuguesa, Trujillo, Apure, Bolívar, Zulia y otras tantas jefaturas civiles en Tovar, Puerto Cabello y El Tocuyo. Fue el mejor de los presidentes de estado en los veintisiete años de la dictadura gomecista; ninguno por encima de él en lealtad al Jefe, en las obras públicas con los pocos recursos antes y después de la aparición del petróleo; en la conservación de la paz y el orden, así como la disciplina que comenzaba con sus subalternos. Fue objeto de chismes, de chascarrillos y de invenciones de todo jaez, como el supuesto hundimiento de un barco con un grupo de presuntos mendigos que habría provocado después de llevarlos a comer a bordo, acusación que fue desvirtuada y que era una mala copia de lo que hizo el coronel José Tomás Boves en 1814 cuando en un encuentro armado cerca de Villa de Cura, fue capturado el prócer Diego Jalón, nacido español y combatiente por la libertad de Venezuela, que fue invitado a almorzar con el caudillo llanero y luego lo hizo pasar por las armas. Llegó a decir Pérez Soto que esta crimen era una infamia porque su formación católica en la que se inició desde pequeño privaba en su accionar. Y le dio nombre y apellido al autor de la especie, el poeta y general guayanés o amazonense Abelardo Gorrochotegui, molesto porque lo destituyó de la Secretaría General de Gobierno en el estado Apure.
Uno de los lunares que sí fue real en la vida política del general Pérez Soto, lo constituyeron las irregularidades en el manejo de la Cosa Pública. De allí que el infamante Jurado de Responsabilidad Civil y Administrativa, constituido en el gobierno colegiado que presidió Rómulo Betancourt en 1946, lo condenó a devolver a la Nación una importante cantidad de bienes porque según se dictaminó, lo devengado en sueldos desde 1912 a 1935 no se compadecía con su riqueza. La Junta Militar de Gobierno que presidió el Comandante Carlos Delgado Chalbaud y que integraban además los mayores Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, se los devolvió íntegros en 1949 y le permitió volver del exilio en Costa Rica, adonde fue aventado por la “Revolución de octubre” en 1945.
El general Pérez Soto regresó al país, vivió sus últimos años entre Caracas, La Victoria y San Esteban, disfrutando de sus bienes inmuebles. Falleció en noviembre de 1955, hace 60 años y en ese momento ejercían cargos gubernamentales varios amigos, hijos de sus amigos gomecistas o formados durante ese régimen. El presidente era el general Marcos Pérez Jiménez, egresado de la Escuela Militar en el gobierno del general Gómez y egresado en 1934. Su yerno, esposo de su hija María José, el doctor Pedro Guzmán hijo era ministro de Hacienda (1953-1958); ministro de Relaciones Interiores Laureanito Vallenilla-Lanz Planchart, hijo de don Laureano; en Defensa, el general Oscar Mazzei Carta, barinés, egresado de la Escuela en tiempos del general Gómez al igual que el general Luis Felipe Llovera Páez, general Rómulo Fernández, capitán de navío Wolfgang Larrazábal y su hermano Carlos; coronel Abel Romero Villate, coronel Raúl Parra García, capitán de Navío Oscar Ghersy Gómez y José Saúl Guerrero Rosales; el ingeniero Arnoldo Pacanins Acevedo, el Dr. Nicolás Cárdenas Farías, médico del general Gómez, entre otros personajes. Nada había que temer. Ya lo había dicho en 1946 al poeta Andrés Eloy Blanco en la carta citada anteriormente: “Una recóndita intuición me hace esperar que el innegable sentimiento patriótico y la clara comprensión de todos los venezolanos, vayan día a día despejando el ambiente patrio de la atmósfera pesada del rencor, que nada bueno augura”. (AEB. Homenaje Nacional…: 117)
Fuera de los cuentos que le adjudicaron a su vida política, al general Vincencio Pérez Soto la posteridad no lo maltrató. Figura en la historia del país. Fue genio y figura de la Venezuela de su tiempo.
Cronista del municipio Girardot
oldmanbotello@hotmail.com